lunes, 20 de noviembre de 2017

Cuesco



Cuando desperté en la mañana me sentía exactamente como un durazno, de esos que vienen con el cuesco roto. Al primer mordisco te atasca la lengua en la grieta que divide el corazón de la fruta; que entre lo dulce y lo áspero esconde una almendra de madera mojada, ni tan dura ni tan blanda.


Cuando me dormí en la noche me sentía exactamente como el cuesco roto de un durazno: de madera, sin carne y con una almendra. 

domingo, 9 de julio de 2017


Hasta la música más dulce me hará llorar los recuerdos de aquellos días sin pena. Por el agua de los ojos se me escurren las últimas imágenes de los inocentes amores infantiles que no me recorrieron más que la imaginación. Se me van también en la sal los deseos de niña que oscilaban entre cabellos largos e historias de fantásticas heroínas a las que yo pretendía parecerme.
Que esta sea la última gota de lluvia que me moje el último amor. Ya no me quedan más ilusiones.

miércoles, 14 de junio de 2017

KIE

Cuando me pongo a pensar en mis desordenes de alimentación me asaltan varios conceptos que pueden funcionar como la madre de todos los males. Porque, poniéndonos serios, esta clase de locuras se comportan más como síntomas de un problema que poco tiene que ver con la comida en sí misma. Palabras como infancia, inocencia, envidia me invaden en cada reflexión que hago sobre mi propia locura, y es que cada uno de estos conceptos son los que han definido mi existencia y mis maneras y mis manías y mis dolores.


Infancia
Jamás viví una infancia real. Me la arrebataron tan fácilmente, con tan poca delicadeza que tengo vagos recuerdos de lo que es ser una criaturita; pero puede que hoy mismo parezca una persona adulta de aires infantiles, y eso no es más que una propia reacción de mi cabeza para protegerme de la cruel realidad de que nunca fui niña y entonces me monto un espectáculo de lo que yo creo que es tener algo de juventud. Y juventud también parece ser delgadez, y yo quiero imitar como se supone que se ve una niña: delgada, pequeña, bonita. Nunca fui esa niña, pero quizás con mucho esfuerzo logre recuperar el tiempo que he perdido.

Inocencia
Concepto conocido pero no experimentado. No recuerdo haber tenido algún rastro de aquello, pero para mí, en mi propia cabeza, eso es algo importante que es necesario mantener y/o recuperar. Como jamás existió, no tengo una respuesta para definir y encarnar un comportamiento inocente, entonces lo tiendo a asociar con la apariencia y nunca con actitudes porque al parecer lo gata de campo no se quita nunca.

Envidia
De todo, de todas. Ahora pensando en la envidia no puedo explicar de manera clínica, porque hasta a mí misma me cuesta procesar lo que significa para mí. Quizás dando ejemplos, pero me da vergüenza leerme el anhelo de ser de otra forma.
Mi envidia se alimenta con mi buena memoria y recuerdos de mierda, que sirven también para crear teorías conspirativas hacia mi salud mental. Por ejemplo, creo que sí existe una maldición de las ex flacas que me persigue hasta perforarme las últimas fibras de seguridad. Puede que mi egocentrismo juegue a mi favor en cuanto a que yo manejo muy bien que soy maravillosa y la mejor cosa que puede haber caído a la tierra de milagro en la vida de cualquier tipejo, pero cuando me hablan de las otras hueonas flacas me dan ganas de arrancarme la carne con las manos.
“todas mis ex son súper flacas”

ME VALE PICO.

En realidad no me vale pico, ojalá. Yo sí me valgo pico, y los 20 kilos que me quiero sacar de encima. Cualquiera puede ser flaca, perrita, y yo no voy a ser la excepción. 

martes, 6 de junio de 2017

-¡Que le corten la cabeza!, gritaba la reina.
Que se la corten, que le arranquen todo del cuello para arriba. Ni los cabellos le valen la pena. Lo único rescatable es la poca carne que visten sus huesos de ahí para abajo; pero si le cortan la cabeza, no habrá más competencia para la reina caprichosa.

QUE LE CORTEN LA CABEZA.


Es inusual por estos días sentirse medio lleno. Como por ejemplo, medio lleno de quejas, inseguridades, torpezas y ansiedad. Y yo llevo una vida entera llenándome las entrañas con todas las mierdas que nombre anteriormente.
Hoy particularmente la reflexión se ha hecho más oscura. La gente me parece más odiosa que de costumbre, los fachos pobres más hueones, los machitos más ridículos, las micros más encapsuladas y más rajadas. Las autopistas hoy eran más Mario Kart, y el frío de la mañana estaba más asqueroso que el día anterior; el consultorio más hediondo, los viejos más decrépitos, las enfermeras más antipáticas, los médicos más deidades.
La hermana más enferma que ayer y la madre más infectada que la semana anterior. Y la reflexión, la reflexión hoy es la más oscura de todas, porque hoy no ha llegado ni luz artificial a apaciguar esta cabeza.

La micro más llena, los guatones más guatones, los hediondos más hediondos, los degenerados más degenerados, los pobres más pobres, los tontos más tontos y la floja más floja. Es que hoy no fue el día más frío, sino que el más oscuro del año. El día en que se cortaron todas las luces.