Hasta la música más dulce me hará llorar los recuerdos de aquellos días sin pena. Por el agua de los ojos se me escurren las últimas imágenes de los inocentes amores infantiles que no me recorrieron más que la imaginación. Se me van también en la sal los deseos de niña que oscilaban entre cabellos largos e historias de fantásticas heroínas a las que yo pretendía parecerme.
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