domingo, 17 de enero de 2016

He estado meditándolo bastante, pero mientras pienso el tiempo no se detiene para mí: mi herida está podrida.

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Estoy feliz de tener estas manos para escribir y esta cabeza completa, bien puesta sobre el cuello y con el cerebro calzado a la perfección dentro de mi cráneo; para escribir no necesito otra cosa.

Pobre de la gente que no es capaz de hilvanar una idea, de expresarla, de hacerse entender. Pobres gentes.

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