domingo, 29 de septiembre de 2013

Tenía una cita, en un salón de té. Con una mesa, la silla y flores plásticas, radiantes como ninguna otra, casi las más falsas de todo Viña del Mar.

Me he sorprendido con una cena inexistente, a solas. Con una silla, la mesa y mi cara plástica, demacrada como ninguna otra, casi la más marchita de todo Viña del Mar.

Y un arma, para cuando salgan los créditos.


Yo era prácticamente un cerdito que rodaba al colegio. Una mole, destructora de la paz en la tierra, del equilibrio familiar y las sanas relaciones amorosas. 

A veces uno no se quiere sanar nomás. Para qué, si la gracia está en la diversidad y el contraste.

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