Tenía una cita, en un salón de té. Con una mesa, la silla y flores plásticas, radiantes como ninguna otra, casi las más falsas de todo Viña del Mar.
Me he sorprendido con una cena inexistente, a solas. Con una silla, la mesa y mi cara plástica, demacrada como ninguna otra, casi la más marchita de todo Viña del Mar.
Y un arma, para cuando salgan los créditos.
Yo era prácticamente un cerdito que rodaba al colegio. Una mole, destructora de la paz en la tierra, del equilibrio familiar y las sanas relaciones amorosas.
A veces uno no se quiere sanar nomás. Para qué, si la gracia está en la diversidad y el contraste.