domingo, 8 de diciembre de 2013

Pero mi navidad jamás fue armar el pino en familia, con galletitas y chocolate caliente. No, jamás nadie me ayudó a poner los adornos. Tampoco han sido felices cumpleaños ni años nuevos, ni nada.
La magia festiva es producto de la felicidad tan idealizada que yo tenía, casi romántica. 

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