Mi insignificancia alcanzó límites insospechados.
En esta casa todas las actividades de los moradores se desarrollan en función de mi hermano; si te quieres bañar, por ejemplo, no puedes hacerlo hasta que el susodicho tenga ganas de que realices la acción (si es que las tiene, claro está), en su defecto, podrá hincharte las gónadas golpeándote la puerta o empapelándote a chuchas hasta que salgas por paja o miedo.
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