Me hundo en mi nebulosa monocromática. Claro, siempre de una
forma sutil... para no alertar a mi trabajo. Que no se entere de mi maniobra
evasiva: un cuento con el cual hacerme una nueva perforación en el cráneo.
Oye, quédate conmigo. Ya no quiero nublar mis pensamientos
con fórmulas, que clandestinamente se adentran en mí.
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