Guiaste mis entrañas hacia un camino más augurioso.
El alma se te fue arrancada, antes de que supiera que en ti también latía un pequeño reloj. Mi amada y extrañada bomba de tiempo.
Ya se desbordan los ríos de nuestra insignificancia, por todas las veredas y quebradas.
Ojalá algún día te alcancen mis disculpas, y que las mismas me llenen a mí.
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