Me llegó un soplo de antiguos pesares en la oreja izquierda.
¡Fue impresionantemente violeto!
En serio. Muy en serio.
Se me llegó a inflamar el lóbulo de la orejita, para mi
propia sorpresa. Yo que me hacía firme como roca y erguida como araucaria,
ahora me veo arrodillada rogando por migajas, cual una vagabunda de calle Valparaíso
estirando la mano a ver si me cae alguna letra.
¡Cual 15añera!
Como enferma lamiendo el suelo por el que andas.
Pero es caro el precio de hacerme esperar y
Desesperar.